Somos ciegos que no sabemos cuándo debemos afligirnos o alegrarnos; por lo general no tenemos más falsas tristezas o falsas alegrías.
Más Estados han perecido por la depravación de las costumbres que por la violación de las leyes. Todos los pueblos defienden mejor sus costumbres que sus leyes.
El hombre de talento está naturalmente inclinado a la crítica, porque ve más cosas que los otros y las ve mejor.
El estudio es semejante al sol glorioso del cielo, que no permite que lo escudriñen a fondo insolentes miradas.
Nos sorprende que un apersona nos guste más de lo que podíamos suponer... Tienen con frecuencia las mujeres feas, gracias que es raro encontrar en las bonitas.
Si nos bastase ser felices, la cosa sería facilísima; pero nosotros queremos ser más felices que los demás, y esto es casi siempre imposible, porque creemos que los demás son bastante más felices de lo que son en realidad.
Si el hombre sólo aspira a ser feliz, lo lograría con facilidad, pero quiere ser más feliz que los otros, y esto es ya muy difícil, porque cree que son más felices de lo que realmente son.
Cuando, en un gobierno, al hablarse de la cosa pública, cada uno dice: «¿Qué me importa?» la cosa pública está perdida.