De los buenos líderes, la gente no nota su existencia. A los no tan buenos, la gente les honrará y alabará. A los mediocres, les temerán y a los peores les odiarán. Cuando el trabajo de un gran líder concluye, la gente dice: «¡Lo hicimos!»
Dar vida sin tomar posesión, actuar sin apropiarse, ser jefe entre los hombres sin gobernarlos, ésa es la virtud mística.
Revela el simple yo, la cualidad innata; abraza la naturaleza original; evita el egoísmo y suprime los deseos.