El discurso estatal de método proviene de un silogismo marmóreo: los héroes nos dieron patria, el pueblo es inmortal; ego, viva el presente régimen guardián de la patria y protector del pueblo.
La primera obligación de un gobierno es hacer justicia legal y empeñarse en proteger con la justicia moral.
Un jefe de partido puede ser de arranques e impulsos, un jefe de nación ni pude ni debe ser así; para gobernar a los otros es preciso gobernarse a sí mismo.
Las cuestiones abstractas de gobierno han causado en los Estados más males que las pasiones mismas de sus jefes ambiciosos.
El primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley; la felicidad común debe ser su norte, e iguales los hombres ante su presencia, como lo son ante la ley; sólo debe distinguirse el mérito y la virtud para recompensarlos; al vicio y al crimen para procurar su castigo.