Lo que falta a los hombres en las grandes circunstancias no es el talento ni el juicio, sino el carácter y la voluntad. Con frecuencia trae más daño la debilidad y la propia desconfianza en sí mismo que la presunción y la extrema vivacidad.
Algunos pueblos de la antigüedad solamente contaban los días felices, fue un sabio quien, próximo a la muerte, se hizo este epitafio: Existí cincuenta y seis años, pero sólo viví cuatro.