Tan alta idea tenemos del alma del hombre que no podemos sufrir un menosprecio de ella; toda la felicidad de los hombres consiste en esta estima.
El alma es un elemento sutil extendido por todo el cuerpo, próximo a un hálito de flama, participando a la vez del aire y del fuego.
El alma es la que nos hace ricos, nos acompaña a los destierros y a las más agrias soledades, es inviolable y eterna y no está al alcance de ninguna mano.
Las almas viven de verdad y de amor; sin verdad ni amor, sufren y parecen como cuerpos privados de luz y calor.
Las almas hermosas llegan difícilmente a creer en el alma, necesitan rudas lecciones antes de conocer la corrupción humana.
Nuestras almas son música y nuestros cuerpos el instrumento sin el cual el alma, aunque subsista, no puede hacerse oír.
Imponerse vivir cuando así lo quiera el interes de las personas amadas, cuenta entre las obligaciones del alma.
El alma se liga al cuerpo cuando se liga a las pasiones del cuerpo; se desprende del cuerpo, apartándole de las pasiones humanas.
Lo que llamamos espíritu me parece mucho más material que lo que llamamos materia; a mi alma la siento más sensible que a mi cuerpo.
El alma contiene la esencia del hombre. El cuerpo no es instrumento del alma, morada, o cárcel, de la que ha de salir para gozar de una felicidad eterna.