Entre las pasiones, el amor es la más fuert e, porque ataca a la vez la cabeza, el cuerpo y el corazón.
Los demás sentimientos se mezclan con el amor como los metales se amalgaman con el oro; la amistad y el aprecio lo favorecen y la belleza del cuerpo y del espíritu le añaden nu evos atractivos.
El amor propio es un instrumento de nuestra conservación. Se asemeja al mecanismo de la reproducción del género humano; es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo.
La probabilidad de hacer el mal se encuentra cien veces al día y la de hacer el bien, una vez al año.
Perfeccionamos, ocultamos y dulcificamos el carácter, pero el carácter no depende de nosotros; si así fuera, todo el mundo sería perfecto.
Estamos de acuerdo con respecto a dos o tres puntos que podemos comprender, y discutimos a cerca de dos o tres mil puntos que no comprendemos.
A los poderosos arrastrados por los placeres les falta tiempo para tener conciencias y en cuanto al pueblo, tampoco la tiene cuando se trata de ganar dinero.