Un amor que domine todo el ser con ilimitada devoción puede ser superado, incluso, por los celos, lo cual es más bien un fruto del amor propio que del amor hacia otra persona.
Se es fácilmente engañado por el ser a quien se ama y el amor propio nos incita a engañarnos a nosotros mismos.
El vicio que nos impide conocer nuestros defectos se llama amor propio, y es el que da tanto crédito a los aduladores.
El amor propio es un malvado y un traidor que emplea la seducción y el halago, aunque por lo común no persigue más que engañarse e inducirnos al error.