La templanza y el trabajo son los dos verdaderos médicos del hombre: el trabajo aguza su apetito, y la templanza le prohíbe abusar de él.
La única manera de conservar la salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta y hacer lo que prefieran no hacer.
¡Oh, salud, salud! ¡Bendición del rico, riqueza del pobre! ¿Quién podría encontrar demasiado caro el precio por comprarte?
La salud es tan sólo una confianza; consiste sencillamente en creer que no se está enfermo y en vivir como si se estuviese sano.