La soledad no es un dolor real, es una cobardía. En la muerte del otro primero es el dolor; después, la cobardía.
A los tristes imaginativos corazones ninguna cosa le es de mayor gusto que la soledad, despertadora de memorias tristes y alegres.
En ninguna parte puede hallar al hombre un retiro tan apacible y tranquilo como en la intimidad de su alma.
Sin el amor que encanta, / la soledad de un ermitaño espanta. / ¡Pero es más espantosa todavía / la soledad de dos en compañía!