El verdadero bien se halla únicamente en la tranquilidad de la conciencia.
Desde que los sabios han comenzado a aparecer, los buenos se han eclipsado.
Quien de verdad quiera ser bueno, lo será.
El oro prueba los metales; la miseria, al hombre fuerte.
Sé el primero en callar, si quieres que los demás callen.
No hay más calma que la engendrada por la razón.
Yo mismo, en el momento de decir que todo cambia, ya he cambiado.
Si la cólera no se contiene, nos hará más daño que la injuria que la provocó.
La razón trata de decidir lo que es justo. La cólera trata de que sea justo lo que ella ha decidido.
La abundancia de alimentos entorpece la inteligencia.
Ningún bien disfruta sin compañía.
Nada comprende el que una parte no comprende.
Nadie es más virtuoso que el que prefirió perder la reputación por no perder la conciencia.
Es agradable permanecer solo consigo mismo el mayor tiempo posible cuando se ha llegado a la sabiduría de gozar su propia conciencia.
De ningún testigo deberíamos hacer caso más que de nosotros mismos.
La luz es grave para una mala conciencia.
Sólo un bien hay que es causa de una vida feliz: la confianza en sí mismo.
Ambos son defectos: confiar en todos y no confiar en nadie.
Deja al tiempo todo aquello que quieras conocer debidamente, porque en los primeros ímpetus nada se logra ver con discernimiento.
Más tolerable es el no adquirir que el perder; más contentos viven aquellos en quienes nunca puso sus ojos la fortuna, que aquellos a quienes abandonó.