Para que un talento se desarrolle rápida y sólidamente, es preciso que crezca en una nación en donde circule mucho espíritu y una sólida cultura.
Todos nuestros defectos pueden transformarse en virtudes y nuestras virtudes en defectos, y estos últimos son precisamente los más peligrosos.
Afortunadamente, el hombre sólo puede comprender un cierto grado de desgracia; más allá de este grado, la desgracia lo aniquila o le deja indiferente.