El hombre cree con facilidad lo que teme o lo que desea.
Las democracias suelen ser más tranquilas y están menos expuestas a la sedición, que el régimen gobernado por una estirpe de nobles.
No existe ningún secreto que nada pueda comprenderse con la rapidez.
Alfonso de Aragón solía decir al hablar de la edad: «A cuatro cosas les van los años perfectamente: la madera vieja resulta excelente para quemarse; el vino añejo, para beberlo; los viejos amigos, para confiarse en ellos y los viejos autores para leerlos».
La milicia no es más que una religión de hombres honrados.
Ningún medio para prosperar es más rápido que los errores ajenos.
Los estudios superficiales en filosofía pueden conducir al ateísmo.
Un joven en años puede ser viejo en horas, si no ha perdido el tiempo.
Nada es más político que hacer concéntrica la rueda del entendimiento con la rueda de la fortuna.
Leer hace completo al hombre, hablar lo hace expedito y escribir lo hace exacto.
El malo, cuando se finge bueno, es pésimo.
No hay cosa que haga más daño a una nación como que la gente astuta pase por la inteligente.
Algunos libros suelen paladearse; otros, devorarse, y poquísimos son masticados y digeridos.
Pregunta al viejo tiempo por lo que es mejor y al nuevo tiempo por lo que es más conveniente.
La nobleza del nacimiento ordinariamente apaga la voluntad.
La naturaleza está a menudo escondida, a veces dominada, raramente extinguida.
El tiempo es la única medida de los negocios, como el dinero lo es de las mercancías.
La ocasión hay que crearla; no esperar que llegue.
Cuanto más apetece el hombre que una opinión sea cierta, con más facilidad la cree.
Un sabio que creará más oportunidades de las que pueda hallar.