Los ignorantes son muchos, los necios son infinitos; y así el que los tuviere a ellos de su parte, ése será señor del mundo entero.
Es penoso observar que desde hace muchos años, en el periódico, en el sermón y en el mitin, se renuncia desde luego a convencer al infiel y se habla sólo al parroquiano ya convicto.
Conozco a alguien que tiene más espíritu que Napoleón, que Voltaire, que todos los ministros presentes y futuros: la opinión pública.
Los que aprueban una opinión particular la llaman opinión; pero los que la desaprueban la llaman herejía.