Lo que más se necesita para aprender es un espíritu humilde.
Trabaja en impedir delitos para no necesitar castigos.
Ni quiero ni rechazo nada de modo absoluto, sino que consulto siempre las circunstancias.
Saber lo que es justo y no hacerlo es la peor de las cobardías.
La conciencia es la luz de la inteligencia para distinguir el bien y el mal.
Lo que repruebas de los que están sobre ti, no lo practiques en los que están bajo tu poder.
No hacer ninguna acción contraria a las reglas, es el medio de dirigir una buena conducta.
El hombre superior es cortés, pero no rastrero; el hombre vulgar es rastrero, pero no cortés.
Es más fácil superar las malas costumbres hoy que mañana.
La naturaleza de los hombres es siempre la misma, sus costumbres son las que difieren.
Un hombre sabio se culpa a sí mismo por los errores; un hombre vulgar culpa a los demás.
Donde hay educación no hay distinción de clase.
El sabio comienza por hacer lo que quiere enseñar y después enseña.
Las faltas de los hombres son siempre relativas al estado de cada uno.
Observando las faltas de un hombre, llegamos a conocer sus virtudes.
Sólo puede ser feliz siempre el que sepa ser feliz con todo.
Nuestra mayor gloria no debe consistir en no haber caído, sino en habernos levantado cada vez que caímos.
Leer sin meditar, es una ocupación inútil.
Difícilmente yerra un hombre por exceso de moderación.
Aprender sin pensar es vano, pensar sin aprender es peligroso.