La mediocridad no conoce nada que le sea superior, pero el talento reconoce instantáneamente el genio.
No existe nada que odien más los mediocres que la superioridad de talento: ésta es, en nuestros días, la verdadera fuente del odio.
Aquellos talentos que en la prosperidad están ocultos, se manifiestan cuando la fortuna les es adversa.
No constituye un gran talento el que se entrega constantemente a una sola cosa y al ponerla en práctica no la realiza bien.
El que tuviere talento, cuide de no callar; el que tuviere abundancia de bienes, no se entorpezca en la misericordia; el que tuviere oficio, empéñese en hacerlo útil a los demás.
Quien es y sigue siendo sincero consigo mismo y con los demás, posee la cualidad más bella de los mejores talentos.
Para que un talento se desarrolle rápida y sólidamente, es preciso que crezca en una nación donde circule mucho espíritu y una sólida cultura.
Así como el hierro se enmohece cuando no se le hace trabajar, y el agua se corrompe y con el frío se hiela, de igual manera el talento se echa a perder sin el ejercicio.
El talento verdadero siempre emerge; si el medio le es hostil, lo vence; si es diferente, crea un medio mejor.