Padeced, sufrid, aceptad, quered lo que Dios quiere, y vuestra voluntad prevalecerá en la Tierra como en el cielo.
El cumplimiento del deber es equivalente a una plegaria. La mejor manera de comunicarse con Dios es, sin duda, cumplir íntegramente su voluntad.
Para alcanzar tan gran bien como es el cielo, todo cuanto hay en la tierra se ha de dejar, hasta los padres y los esposos.
El hombre religioso y el ateo hablan continuamente de religión: el uno habla de lo que ama y el otro de lo que teme.
La mayoría de la gente acepta los dogmas de su religión como los a rtículos del reglamento de un casino, sin pensar en ellos más que cuando algún socio pide en la junta general su lectura.
No tienen vivo el amor a Dios quienes creen que con dedicarle media hora cada domingo han cumplido y volviéndole la espada el resto de la semana.