Jamás la mujer quiere a los hombres que se hacen sus maestros, pues maltratan demasiado sus pequeñas vanidades.
Nada se quiere sin haber antes conocido; hay que corregir diciendo: nada se conoce sin antes haberlo querido.
Que quien no sabe querer sea mármol, no mujer. A la que me quiere, quiero, y a la que me olvida, olvido.
Querer es tener el valor de exponerse a un inconveniente; exponerse así es tentar al acaso y es jugar.
Cuando no se puede lo que se quiere, hay que querer lo que se puede.
Feliz es el hombre que quiere lo que consigue, no el que consigue lo que quiere.
El desequilibrio entre el querer y el poder le llama a uno la atención en todos los aspectos de la vida.
Un hombre puede hacer lo que quiere hacer, pero no puede determinar lo que quiere o no quiere.
El querer del hombre es esencialmente libre: es libre en cuanto es querer.
Hay gente que quiere con tanto ardor determinadas cosas que por miedo a malograrlas hace todo lo posible por perderlas.
La vida nos da cuanto queramos si podemos pagar su precio.
Quien sabe bien lo que quiere, es un hombre feliz.
