Quien aspira a cualquier cosa grande debe saber limitarse; por el contrario, quien todo lo desea no quiere nada, en realidad, y nada consigue.
Feliz aquel que supo ajustar su existencia a su carácter peculiar, a su voluntad y a su arbitrio, de forma que le es posible disfrutar de su existencia.
El hombre vale porque es hombre, no porque es judío, católico, protestante, alemán, italiano, etcétera.