Me imagino a la opinión como una especie de esfinge con cabello de asno.
Los que nunca varían de opinión se aman a sí mismos más que a la verdad.
Los ignorantes son muchos, los necios son infinitos; y así el que los tuviere a ellos de su parte, ése será señor del mundo entero.
Debe valuarse la opinión de los estúpidos porque ellos son mayoría.
No reconozco fuente de poder más pura que la opinión pública.
Procuraré merecer el apoyo de la opinión pública y el patriotismo de todos los buenos ciudadanos.
Es penoso observar que desde hace muchos años, en el periódico, en el sermón y en el mitin, se renuncia desde luego a convencer al infiel y se habla sólo al parroquiano ya convicto.