Las democracias no se hacen con decretos sino con virtudes. Las grandes virtudes que causan la democracia son la veracidad, la injusticia, la prevención y el trabajo activo, inteligente y colectivo.
La primera obligación de un gobierno es hacer justicia legal y empeñarse en proteger con la justicia moral.
La nación que confíe la construcción pública a la Iglesia tiene que perecer.
El progreso de un pueblo se mide por la situación de sus clases populares.
Los pueblos sin carácter no pueden ser demócratas.