La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.
La envidia y aun la apariencia de la envidia es una pasión que implica inferioridad donde quiera que ella se encuentre.
El odio es un descontento activo, la envidia, uno pasivo. Por eso no debe extrañarnos que la envidia se convierta rápidamente en odio.