Nunca por la compasión del infeliz se ha de incurrir en la desgracia de la afortunada.
El infortunio es la comadrona del genio.
No todo resbalón significa una caída.
Al desdichado las desdichas le buscan y le hallan, aunque se esconda en los últimos rincones de la tierra.
Hay caídas que nos sirven para levantarnos más felices.
Cuando todo va mal, no debe ser tan malo probar lo peor.
Los ojos no pueden ver a Dios sino a través de las lágrimas.