Y es verdad que nada espero, porque no tiene mi mal en la esperanza consuelo.
El infortunio es la comadrona del genio.
No todo resbalón significa una caída.
Al desdichado las desdichas le buscan y le hallan, aunque se esconda en los últimos rincones de la tierra.
Hay caídas que nos sirven para levantarnos más felices.
Nunca por la compasión del infeliz se ha de incurrir en la desgracia de la afortunada.
Cuando todo va mal, no debe ser tan malo probar lo peor.