El amor hallará su camino, aunque sea a través de senderos por donde los lobos no se aventurarían a seguir a su presa.
El corazón del hombre es como el horizonte: una parte del cielo; pero, como el horizonte, cambia noche y día.
Apenas son suficientes mil años para formar un estado; pero puede bastar una hora para reducirlo al polvo.
La fama meritoria no está al alcance del dinero ni tampoco es asequible a las inteligencias o espíritus vulgares. No hay bienes de fortuna que pueda comprarla, porque esa fama se adquiere mediante el propio sacrificio a través de las expresiones excelsas de ser, sobre todo valiéndose del poder cerebral que natura nos donara.
Es dulce el oír cómo ladra el fiel perro que está de guardia y nos da la bienvenida al acercarnos a nuestro hogar; es dulce saber que hay un ojo que nos verá y brillará más a nuestra llegada.