Los que no tienen, ni pasado ni futuro y gozan del presente, cosa que a nosotros no nos sucede mucho.
La disposición de los niños a una perversión polimorfa puede ser considerada como la fuente de un gran número de nuestras virtudes.
Los niños no hacen caso del paisaje. Lo aceptan. El amor a la naturaleza entra más tarde, con la juventud.