Lo que empieza con cólera termina en vergüenza.
Más vale estar solo que mal acompañado.
Los hombres son criaturas muy raras: la mitad censura lo que practica; la otra mitad practica lo que censura; el resto siempre dice y hace lo que debe.
Es más fácil resistir al primer deseo que a todos los que le siguen.
Es mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas.
Las tres cosas más difíciles en este mundo son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo.
De aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero.
Si quieres conocer el valor del dinero, anda y prueba a tomarlo en préstamo.
No hagas ningún gasto como no sea para hacer bien a los demás es decir, no desperdicies nada.
A los veinte años, reina la voluntad; a los treinta, el ingenio, y a los cuarenta, el juicio.
Los hombres conocen antes la necesidad de curar sus enfermedades que sus errores.
Tan sólo el hombre inteligente y educado es digno de confesar sus faltas y reconocer sus errores.
El que vive de esperanzas muere de sentimiento.
Las puertas de la sabiduría nunca están cerradas.
La felicidad no se produce por grandes golpes de fortuna, que ocurren raras veces, sino por pequeñas ventajas, que ocurren todos los días.
El hombre es a veces más generoso cuando tiene poco dinero que cuando tiene mucho, quizá por temor a descubrir su escasa fortuna.
En su propio país un genio es como el oro oculto en la mina.
Había empleado toda su vida en conquistar la gloria y resulta que la gloria no valía nada.
Jamás hubo una guerra buena o una paz mala.
Cuando hables a un hombre, mírale a los ojos; cuando él te hable a ti mírale la boca.
