El hombre más feliz es el que se pasa la vida sin grandes dolores físicos o morales y no el que tiene más grandes e intensas alegrías.
Con frecuencia una falsa alegría vale más que una tristeza cuya causa es verdadera.
Hay personas a quienes el solo hecho de respirar parece dar alegría.
Siempre la mayor alegría es precedida por la mayor pena.
La madre del libertinaje no es la alegría, sino la carencia de ella.
No hay nada más triste que la tristeza de un hombre alegre.
Somos ciegos que no sabemos cuándo debemos afligirnos o alegrarnos; por lo general no tenemos más falsas tristezas o falsas alegrías.