...Soy partidario de la tolerancia, ese sagrado derecho natural, baluarte de la verdad y que es lo más importante de todo para el falible ser humano.
No existe cualidad humana más intolerable en la vida corriente, ni que se tolere menos, a la vez, que la intolerancia.
Sólo envejeciendo se vuelve uno más tolerante; no veo cometer ningún error que yo mismo no hubiera cometido.
Cada uno tiene sus defectos, quien más, quien menos; pero no puede ser permanente la amistad, el servicio ni la compañía, si el uno deja de tolerar al otro.
La verdadera devoción es tolerante como la verdadera filosofía; la hipocresía y la superstición son fanáticas e intolerantes.
La tolerancia es la virtud difícil; nuestro primer impulso, y aun el segundo, es odiar a todos los que no piensan como nosotros.
Una de las principales virtudes sociales consiste en tolerar en los demás lo que debemos prohibir en nosotros mismos.
Yo aprecio con perfecta tolerancia todos los credos y tengo horror de pensar que el cielo sea un colegio electoral en donde pueda venderse a cualquiera.