No digas nunca ¡Si supiera!; porque si supieras, ¿qué harías? Actúa de una vez como lo harías en tal caso y así te sentirás siempre seguro.
La buena conciencia puede sufrir mucho y siempre estará alegre en las adversidades; la mala, estará temerosa e inquieta.
De gana queremos hacer a los otros perfectos y no enmendamos nuestros defectos propios; queremos que los otros sean corregidos, pero nosotros no nos corregimos.
Tú que sabes disimular y excusar muy bien tus faltas y no quieres oír las disculpas de los otros, más justo sería que te acusases a ti y excusases a tu prójimo.
Si de buena voluntad llevas la cruz, ella te llevará, y guiará al fin deseado. Donde será el fin del padecer.
Breve es la gloria que se da y se recibe de los hombres; la gloria del mundo siempre va acompañada de tristeza.