Sin salud, la vida no es vida: es un estado de tristeza y de imagen de la muerte.
Todo mal viene con alas y huye cojeando.
Saludable es para el enfermo la alegre cara del que le visita.
Por desgracia los hombres no saben lo que vale la salud hasta que la han perdido.
La templanza y el trabajo son los dos verdaderos médicos del hombre: el trabajo aguza su apetito, y la templanza le prohíbe abusar de él.
El cuerpo sano es el hospedaje del alma; el enfermo, su prisión.
La Naturaleza, el tiempo y la paciencia son los tres grandes médicos.