La perfección económica está en la independencia absoluta de los trabajadores, lo mismo que la perfección política está en la independencia absoluta del ciudadano.
Los hombres no deben esperar otra recompensa que la que obtengan aquí en la tierra con su propia perfección.
El perfeccionamiento individual se acrecienta en proporción geométrica. Cada nuevo paso adelante es un múltiplo de los procedentes.
Ni al ser racional más depravado se le debe negar la posibilidad de que piense en su perfeccionamiento, ni se le debe tratar como una cosa, como medio para un fin, sino que siempre debe tenerse presente su propio valer.
La alegría es el tránsito del hombre de menor a mayor perfección; la tristeza es el tránsito de mayor a menor perfección.
Sólo un gran acontecimiento favorecido de una gran práctica llega a saber los precios de las perfecciones.
Es preciso que todos los corazones estén crucificados a fin de que se obtenga el fin supremo del universo, que es el perfeccionamiento por el dolor.
Desde el hombre más elevado al más oscuro, el deber esencial de cada uno es igual para todos: perfeccionarse a sí mismo.
Nadie puede ser perfectamente libre si no son libres todos; nadie será perfectamente moral, si todos no son morales; nadie puede ser perfectamente feliz, si la felicidad no alcanza a todos.
La mayor perfección pierde por cotidiana y los hartazgos de ella enfadan la estimación y empalagan al precio.
Un hombre no puede tener en otro individuo una idea de la perfección si nunca la sintió en sí mismo.