Desde el hombre más elevado al más oscuro, el deber esencial de cada uno es igual para todos: perfeccionarse a sí mismo.
La perfección económica está en la independencia absoluta de los trabajadores, lo mismo que la perfección política está en la independencia absoluta del ciudadano.
Los hombres no deben esperar otra recompensa que la que obtengan aquí en la tierra con su propia perfección.
El perfeccionamiento individual se acrecienta en proporción geométrica. Cada nuevo paso adelante es un múltiplo de los procedentes.