Existen dos tipos de buenas disposiciones de ánimo: 1. la íntima paz o satisfacción; 2. el corazón que siempre está alegre. La primera se obtiene a condición de tener conciencia de culpa alguna; la segunda es un don de la naturaleza.
La conciencia es un instinto que nos lleva a juzgarnos a nosotros mismos a la luz de las leyes morales y no a una mera facultad.
No existe un Estado cuyo jefe no desee asegurar una paz constante por medio de la conquista del universo entero, si ello fuese posible.
El derecho es el conjunto de las condiciones por las cuales el arbitrio de cada cual puede coexistir con el arbitrio de los demás, según una ley universal de libertad.
La moral es una ciencia que enseña no cómo hemos de ser felices sino cómo hemos de llegar a ser dignos de la felicidad.
Ni al ser racional más depravado se le debe negar la posibilidad de que piense en su perfeccionamiento, ni se le debe tratar como una cosa, como medio para un fin, sino que siempre debe tenerse presente su propio valer.