Procurando instruir a los hombres es como puede practicarse la virtud general que comprende el amor a todos.
La instrucción en los grandes Estados será, cuando más, mediocre, por la misma razón que grandes cocinas se hace todo medianamente.
Instruido es aquel que posee lo que necesita para desenvolver su actividad propia. Lo restante no sirve de nada.
La virtud y la instrucción, como el oro, tienen un valor intrínseco; pero es indudable que si no muestran gallardía, pierden buena parte de su esplendor.