El placer puro existe: siempre va acompañado de alguna inquietud.
No existe bien sin mal, ni placer sin inquietudes.
La inquietud es la mayor calamidad que puede alcanzar el alma, salvo el pecado.
Una cosa hace sobre todo sugestivo el pensamiento humano: la inquietud.
La inquietud no es un accidente que a unos ocurra y a otros no. Está en la misma esencia de nuestro ser.
Tantas idas y venidas, / tantas vueltas y revueltas, / quiero, amiga, que me diga: / ¿Son de alguna utilidad?
El hombre ha nacido para vivir entre las convulsiones de la inquietud o en la letargia del aburrimiento.