Las personas a quienes naturalmente nos sentimos poco inclinados, han de ser cabalmente, y con frecuencia, el objeto de nuestra dulzura y caridad.
Las moscas no son molestas por su violencia, sino por el número. De igual modo, las grandes ocupaciones no nos turban tanto como las pequeñas, si éstas son numerosas.
En esta vida la paciencia ha de ser el pan de cadaporque nadie se nos hace tan pesado como nosotros mismos.