Algunos hablan demasiado, pero sin decirlo todo.
La ambición, aunque en sí misma es un vicio, frecuentemente es madre de virtudes.
La perfección del arte consiste en ocultar el arte.
Del malediciente al malhechor sólo media la ocasión.
La conciencia vale por mil testigos.
Condenan lo que no entienden.
Los malos hábitos, es más difícil romperlos que enmendarlos.
El mentiroso debe tener buena memoria.
El malediciente no se diferencia del malvado sino por la ocasión.
Un hombre de bien, sabe hablar.
La risa va unida casi siempre a la burla.
La sensibilidad del alma es la que hace a los hombres discretos y elocuentes.
El espíritu y el vigor mental hacen elocuentes a los hombres.