El camino del deber se encuentra enfrente del sendero del egoísmo.
Gran tormento vivir con quien nos odia; mayor suplicio tratar con quien no nos comprende.
Hay conciencias tan falsas que su remordimiento es sólo el engaño de sí mismas.
Cuántos males evitaría en la vida el consejo, si no se pidiera como complicidad y no se diera como halago.
La desdicha se ensaña de tal modo con algunos hombres que llega a dejarlos sin un solo enemigo.
Damos el nombre de fatalidad a nuestra obstinación. Las fuerzas suelen ser la persistencia del carácter en sus inclinaciones incorregibles.