La razón puede advertirnos sobre lo que conviene evitar; pero sólo el corazón nos dice lo que es preciso hacer.
Una conversación ingeniosa con un hombre es un acorde, con una mujer es una armonía, un concierto. De una sales satisfecho, de la otra, encantado.
El hombre es feliz cuando ha cumplido su propia tarea y se mantiene a gusto en el puesto que Dios le ha otorgado.