No ocurre nada irracional que la inteligencia o el azar no vuelvan a poner en recta vía, ni tampoco nada racional que la estupidez y el azar no puedan desencaminar.
En todas las situaciones agradables y buenas el alma va perdiendo la noción de sí misma, al igual que el cuerpo, y sólo las sensaciones penosas, la hacen que vuelva a acordarse de sí misma.
No hablaríamos tanto en sociedad si nos diéramos cuenta del poco caso que hacen los demás de lo que decimos.
Apenas se entra en sociedad se quita la llave del corazón, escondiéndola en el bolsillo; los que dejan la llave puesta son cortos de entendimiento.
Quien es y sigue siendo sincero consigo mismo y con los demás, posee la cualidad más bella de los mejores talentos.