La paz pública está fundada únicamente en el escaso valor de los ciudadanos, que se respetan unos a otros, por el medio que recíprocamente se inspiran.
Los débiles sucumben, no por ser débiles, sino por ignorar que lo son. Lo mismo les sucede a las naciones.
¡Bendita sea también la fantasía en la política, o lo que es igual, bendito sea el corazón de la historia!
Nadie me inducirá a votar una cosa que considero falsa, para conseguir con ese voto algo que considero justo.
Hay que vigilar a los ministros que no pueden hacer nada sin dinero y a aquellos que quieren hacerlo todo sólo con dinero.
La política es el arte de aplicar en cada época de la Historia aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible.
Una nación, por sus grandes empresas, no debe contar sino con sus propios recursos: los extraños no son sino eventuales y supletorios.