La paz pública está fundada únicamente en el escaso valor de los ciudadanos, que se respetan unos a otros, por el medio que recíprocamente se inspiran.
En todos los partidos hay elementos que pueden servir: quien rechace imprudentemente esos elementos, perpetuará a los partidos; quien los aproveche con cordura, acabará por disolver los partidos, confundiéndolos en un sistema nacional.