De cuantas cosas me cansan / fácilmente me defiendo, / pero no puedo guardarme / de los peligros de un necio.
Cuando un loco o un imbécil se convence de algo, no se da por convencido él solo, sino que al mismo tiempo cree que están convencidos todos los demás mortales.
Es contrario a las buenas costumbres hacer callar a un necio, pero es una crueldad dejarle seguir hablando.