El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee.
Un buen libro es aquel que se abre con expectación y se cierra con provecho.
Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón.
Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer.
Ante ciertos libros uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿Qué leerán? Y al fin los libros y las personas se encuentran.
Los libros nos dan consejos que no se atreverían a darnos nuestros amigos.
Yo no vacilo en leer los bueno libros en traducciones. Lo que cualquier libro tiene de verdaderamente excelente es siempre traducible.