De la misma manera que la fuerza del espíritu supera a la del cuerpo, los sufrimientos espirituales son más intensos que los corporales.
La felicidad no consiste en las bendiciones externas, sino en la perfección interna y la riqueza del espíritu.
Lo que llamamos espíritu me parece mucho más material que lo que llamamos materia; a mi alma la siento más de bulto y más sensible que a mi cuerpo.
Yo creo que el hombre entra en este mundo con experiencias acumuladas que encauzan su espíritu hacia una especie de camino trazado.