No exigimos del arte que nos diga la verdad, porque su finalidad responde a otros propósitos humanos que se realizan en el ejercicio libre de la imaginación.
El arte no es una actividad económica. Mientras más se renuncia a tener, para consagrarse a contemplar, se logra mejor espíritu artístico.
Ni en su origen ni en su fin la obra de arte es un puro acto de espíritu. Tampoco una mera proyección sentimental. Menos aún la simple presencia de la materia. No es nada de eso y, no obstante, es todo eso, y más.
Las más exquisitas formas de arte requieren para su producción e inteligencia algún alejamiento del vulgo.
El arte del elogio es difícil, inadaptado a la velocidad y magnitud que la moderna producción de elogios requiere.
El arte es lo que tiene vida, interés, importancia... y no conozco nada que remplace la fuerza y la belleza de su proceso.