Ni en su origen ni en su fin la obra de arte es un puro acto de espíritu. Tampoco una mera proyección sentimental. Menos aún la simple presencia de la materia. No es nada de eso y, no obstante, es todo eso, y más.
Toda obra de arte es necesariamente ambigua.
Ninguna obra de arte puede ser grande sino en la medida en que engaña; ser otra cosa sólo es prerrogativa de la naturaleza.
La creación artística es el contacto con los demás, la unión comprensiva y amorosa.
La misión del arte no es copiar la naturaleza, sino expresarla.
Todo el arte no pasa de ser una imitación de la naturaleza.
El arte ha de ser, ante todo, un halago a los sentidos.