Son siempre más sinceras las cosas que decimos cuando el ánimo se siente airado que cuando está tranquilo.
El placer de los banquetes no debe medirse por la voluptuosidad de los manjares, sino por la compañía de los amigos y por sus discursos.
Si un hombre pudiera subir al cielo y contemplar todo el universo, la admiración que le causarían sus bellezas quedaría grandemente mermada si no tuviera alguien con quien compartir su placer.
De gran peso es el testimonio que la conciencia forma acerca del vicio y la virtud; si lo suprimís, nada permanece.