La multitud, ese juez grosero y vil...
No eres todavía dichoso, si aún no se burla de ti la multitud.
Por el solo hecho de formar parte de una multitud, desciende pues el hombre varios escalones en la escala de la civilización.
El pueblo se asombró hasta lo indecible de que un hombre tuviese más sentido que una masa de gente.
Nadie es dueño de la multitud aunque crea tenerla dominada.
Cada uno, tomado aparte, es pasablemente inteligente y razonable, reunidos, no forman ya entre todos, sino un solo imbécil.
La masa se nos muestra como una resurrección de la horda primitiva. Así como el hombre primitivo sobrevive virtualmente en cada individuo, también toda masa humana puede reconstruir una horda primitiva.