Dicen que me burlo de todo y me río de todo, porque me burlo de ellos y me río de ellos, y ellos creen que es una lógica sutil.
Reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada lo es de estúpidos.
No hagas reír hasta el punto de dar motivo a más risa.
Nos reímos siempre que nuestra atención se desvía hacia el físico de una persona, cuando debiera concentrarse en su aspecto moral.
Si es posible, debe hacerse reír hasta a los muertos.
Cuanto más capaz es el hombre de ser completamente serio, tanto más cordialmente puede reír.
Reímos y reímos porque la serenidad fue siempre amiga de los impostores.
No hay nada más difícil que saber cuándo debe reírse y de lo que se debe reír.
No pretendas jamás hacer reír; porque además de ser el verdadero medio de caer en el mundo de obrar del vulgo, te disminuye el respeto y la estimación que se te debe.
Reíd, y el mundo ríe con vosotros; llorad, y lloraréis solos.
El hombre se distingue de todas las demás criaturas por la facultad de reír.
Si la filosofía tiene algún valor, es el de enseñar al hombre a reírse de sí mismo.
El que ríe por cualquier cosa es tan necio como el que llora por todo.
La risa no es más que la gloria que nace de nuestra superioridad.
La risa es salud y alegría, y la burla es crueldad y amargura.
Ha completado un éxito el que ha vivido bien, reído a menudo y amado mucho.
Conviene reírse antes de ser felices, por miedo de morir sin haber reído.
Cuando el hombre se pone a reír a carcajadas, supera a todos los animales en vulgaridad.
La felicidad de reír nunca se le ha concedido al hombre antes del cuadragésimo día después de su nacimiento, y en tal caso es considerado como un milagro de precocidad.
La risa más agradable es aquella a la que nos entregamos a costa de nuestros enemigos.
